Muchos de quiénes deciden viajar a Japón se quedan sin conocer Hiroshima. Es cierto, está un poco lejos del circuito turístico habitual Tokio – Kioto – Osaka y generalmente el tiempo es poco. Pero también es verdad que es un destino imprescindible para conocer su historia, tanto como para lograr entender la mentalidad que generó algo doloroso en el alma del pueblo japonés. Por eso acá voy a contarte todo lo que tenés que saber y además qué hay para ver y hacer en Hiroshima.

Índice:

 


Parque Memorial de la Paz

A medida que la nube de polvo se esfumaba, lentamente se dejaba ver un paisaje apocalíptico. La bomba atómica había reducido a Hiroshima a cenizas y gritos de dolor. Un viento feroz de 5000 grados de temperatura, arrastrando en todas direcciones, a los vidrios de las ventanas como cuchillos y a los escombros de la ciudad como balas. La calcinación. La radiación. El horror. Luego, la lluvia negra se encargó del resto.

Se llegó a decir que en aquél maldito lugar no crecería la hierba al menos por setenta años. Pero si hay algo que define a los japoneses es su espíritu de superación. Hoy, la «zona cero» se ha convertido en la hermosa arboleda del Parque Memorial de la Paz, con una variedad de lugares y símbolos que recuerdan el dolor y lo resignifican como lección y reclamo de paz, no sólo para Japón, sino para todo el planeta.

El puente Aioi sobre el río Ota, muy cerca del epicentro de la bomba atómica.

 


Museo de la Bomba Atómica

En tan sólo un instante, en un chasquido de dedos, murieron más de 70 mil personas y se calcula que otras 70 mil, fallecieron en los años siguientes a causa de la exposición a la radiación. Hay una palabra japonesa que no tiene traducción. Gaman, es más bien un concepto que significa algo parecido a soportar lo insoportable, con paciencia y dignidad. Unos días después de la tragedia, el emperador Hirohito, le pidió eso mismo a su propio pueblo rendido. La bomba atómica era inhumana, inexplicable, insoportable.

El museo ocupa un gran sector del parque, y en mi opinión es un lugar imprescindible para poder entender la historia y la mentalidad del Japón de hoy. Está dividido en tres partes fundamentales.

La primera, la podríamos llamar la parte «racional». Muestra el contexto y las condiciones socio-políticas que generaron la decisión de arrojar  la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. Hay un cierto nivel de autocrítica acerca del papel que jugó Japón en la segunda guerra mundial. Por otro lado, muestra pruebas y documentos desclasificados que demuestran que el Proyecto Manhattan (ese fue el nombre que se le dio al desarrollo de la bomba atómica), fue diseñado muy detalladamente y puesto en marcha, no tanto como una manera de ponerle fin a la guerra (la posición de los Estados Unidos), sino más bien, como una forma de comenzar otra con el pie derecho: la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Dicen que el que pega primero, pega dos veces.

El reloj quedó paralizado el 6 de agosto de 1945 a las 8:15.

Dentro de todos los documentos expuestos, me llamó la atención, una carta manuscrita de Albert Einstein al presidente de los Estados Unidos, en la cual le advierte acerca de los avances en conocimientos sobre la energía atómica y el peligro que implicaba si el «comunismo» lograba desarrollar la bomba antes que ellos. Conclusión, había que ganar la pulseada y demostrarle al mundo con qué poderío militar se enfrentaban. Hay audios, mapas, videos, fotos, documentos y maquetas (con toda la tecnología japonesa) que te van a hacer entender cómo y por qué ocurrió unas de las mayores tragedias de la humanidad.

La segunda parte del museo muestra los efectos que causó la Bomba Atómica. Fotografías y videos en 3D de Hiroshima antes y después. Los efectos sobre la gente, las quemaduras, las malformaciones y las enfermedades a lo largo de los años. Hay una sala de video que muestra un loop eterno de testimonios de los sobrevivientes. Qué vieron, qué experimentaron, qué sintieron. Esta segunda parte, es quizás la «emocional».  Ver los vestigios de la destrucción, el espanto y la muerte te pone el corazón en carne viva.

Hiroshima luego de la bomba.

La última parte de museo es la de la «conciencia», que argumenta y reclama sobre la necesidad del desarme nuclear mundial.  Queda clarísimo: no existe el uso responsable de las armas nucleares, no hay países buenos y países malos y que todas, las naciones que fabrican armas nucleares son una amenaza para el planeta. Y que esa amenaza seguirá presente como el límite de lo humano mientras exista aunque sea una sola bomba. Porque en definitiva (y esto lo digo yo) todas las bombas están hechas para que exploten.

No quiero contarte mucho más acerca del museo. Simplemente prefiero que vayas y lo experimentes por tu cuenta. Es una experiencia muy fuerte y movilizante.

Entrada:

La entrada al museo cuesta unos 200 yenes y además te recomiendo pagar los otros 200 yenes que cuesta la audio guía (sólo en inglés).

Horarios:

  • Marzo a Julio: 8:30-18:00.
  • Agosto: 8:30-19:00.
  • Septiembre a Noviembre:  8:30-18:00.
  • Diciembre a Febrero: 8:30-17:00.

Esta abierto todos los días del año, excepto el 31/12 y el 1/1.

Encontrá más info en el sitio oficial.

 


Cenotafio de las víctimas

Fue lo primero que vi, cuando el conductor que nos traía a dedo nos dejó en el parque. Caminamos unos pocos metros y ahí estaba. Diseñado por el arquitecto Kenzo Tange  para recordar a las más 200.000 víctimas de la explosión de la bomba atómica. Está construido en hormigón y tiene grabado la inscripción «el error no se repetirá». La gente hace largas filas para rendirle unos pocos segundos de silencio. Seguido al cenotafio, se encuentra el Estanque de la Paz. El agua se convirtió en un símbolo fundamental de la tragedia de Hiroshima (te lo cuento en este post «HIJO DE HIROSHIMA» dónde pude hablar con una víctima prenatal). Por detrás, la Llama de la Paz, que arde y seguirá ardiendo hasta que se acabe la amenaza nuclear en el planeta. Todo el complejo, apunta, como si no perdiera de vista el pasado y sus consecuencias, a la Cúpula Genbaku.



¿Dónde dormir en Hiroshima?

Yo me hospedé en Santiago Guesthouse ★★★★: 4-18 Nakamachi, Naka-ku, Hiroshima-shi, Hiroshima, 730-0037. Un hostel moderno y muy bien pensado, con todas las comodidades posibles para pasar unos días en Hiroshima. Excelente ubicación muy cerca del Parque Memorial de la Paz. Habitaciones privadas y compartidas (cada cama es un pequeño cubículo con cortinas lo cual le da mucha privacidad) Baños y cocina equipados 24 horas. Café y Wifi gratis.

Contactos: (+82) 545 8477 – hiroshima@sansantiago.com

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Cúpula Genbaku

Mucho debatieron los japoneses, sobre si dejar en pie las ruinas de la antigua Hiroshima o reconstruirla por completo. Había posiciones de un lado y del otro. Unos argumentaban que era necesario dejarlas como forma de homenaje y memoria; los otros, proponían dar vuelta la página y empezar de cero. Como suele suceder con este pueblo, primó el punto medio. Decidieron levantarse y reconstruir una ciudad nueva y moderna, pero sin olvidar lo sucedido. Por ello, coincidieron en dejar las ruinas de la Cúpula Genbaku, el edificio más próximo al epicentro que quedó en pie, como monumento y recuerdo del desastre y la destrucción que causó la bomba atómica. 

Cúpula Genbaku

Epicentro

A pocos metros de la cúpula Genbaku, más específicamente a la vuelta, se encuentra el epicentro, también conocido como la «zona cero». Originalmente, el blanco era el puente Aioi que formaba una cruz perfecta en la intersección con el río Ota, pero los vientos hicieron lo suyo y desviaron a Little Boy sobre Clínica Quirúrgica de Shima. Allí, hay una humilde placa que señala el lugar. La bomba atómica, diferencia de otras conocidas hasta la época explotó en el aire, 600 metros antes de tocar tierra.

 


Monumento a Sadako

Sadako Sasaki tenía dos años cuando cayó la bomba. Sobrevivió a la explosión, pero como muchos otros japoneses, estuvo expuesta a la radiación. Diez años después contrajo leucemia. Mientras peleaba contra la muerte en el hospital, una amiga le contó sobre una antigua leyenda japonesa que asegura que los dioses le concederán un deseo a quién pueda construir mil grullas de papel. El deseo de Sadako era curarse y con ese anhelo armó su primer origami.

Sadako no pudo llegar a su meta, las mil grullas. Murió un 25 de octubre de 1955, cuando tenía 12 años. Hoy, en el Parque Memorial de la Paz, hay una estatua que la recuerda y como suele suceder con la cultura japonesa, su recuerdo como persona es la admiración por los valores y los sentimientos que representa. El monumento está repleto de miles y miles grullas de papel que envían desde todos los países del mundo. «Debo renovarlas una vez al mes», me contó un empleado de mantenimiento. Además recibe cientos de excursiones escolares de todo el país, donde los niños se acercan para aprender algo sobre la determinación, la honestidad y el coraje. Luego, tocan la campana para despertar a su espíritu y le brindan su respeto.

Leé la historia completa de Sadako Sasaki aquí

 


Castillo de Hiroshima

Cómo te imaginarás, el castillo de Hiroshima fue totalmente destruído por la bomba atómica. De aquel castillo original, hecho de piedra y madera de pino japonés sólo quedan algunas ruinas y uno completamente nuevo fue reconstruido respetando los materiales y la apariencia que tenía en 1589.

El castillo está circundado por un gran estanque en donde crecen flores de loto y dentro de sus murallas lo rodean esos típicos y perfectos parques japoneses. Allí mismo vas a poder encontrar el bonito santuario sintoísta Gokoku.

La entrada al parque es gratuita. El castillo está abierto de 9 a 17 hs y vas a tener que pagar una entrada de 400 yenes, la cual no me pareció necesaria pues no es el original y en Japón vas a ver muchos castillos mejores.

 


Paseá por la calle Hondōri

¡Y sobre todo si llueve! Se trata de una calle techada, 100% comercial, con negocios de ropa de marcas, comida para todos los gustos, cosas locas japonesas, salas de videojuegos (que son furor entre los locales) y los siempre presentes karaokes. Por esta calle vas a encontrar de todo hasta largas horas de la noche.


Viajá en tranvía

Es una particularidad de Hiroshima que se da en varias otras ciudades de Japón. Obviamente para ellos es un simple medio de transporte, pero para quienes venimos desde este lado del charco, los tranvías desaparecieron mucho antes de que pudiésemos recordarlos. Así que es un gran plan, subirse a uno de ellos y recorrer la ciudad a su ritmo.

 


No dejes de visitar Miyajima

Ni se te ocurra irte de Hiroshima sin dedicar un día a conocer la Isla de Miyajima. Sí, vas a necesitar un día entero. Andate bien temprano y vas a volver de noche. Haceme caso, vale la pena. Dentro de tantas emociones bajón que vas a vivir en la ciudad, Mijayima te va a hacer irte con otra sensación, con un poquito de magia y alegría. No te voy a contar mucho más acá porque la verdad es que se merece un post específico. Tené paciencia, será el próximo.

MÁS INFO

¿Cómo llegar?

  • Hiroshima está ubicada bien al sur de Honshu, la isla principal de Japón. La gran ciudad más cercana es Osaka. Desde allí (tambíen desde Tokyo, obvio) podés tomar buses nocturnos, no son baratos pero te van a ahorrar la noche de hospedaje. También está la opción del tren, claro. La línea Sanyo te deja en el centro de la ciudad tanto en Shinkansen (tren bala) o en trenes locales que son más lentos pero más económicos. Por supuesto, el JRpass te sirve perfectamente para utilizarlos.

 


¿Qué comer?

Okonomiyaki, recordá ese nombre, y que toda comida que termine en «yaki» significa que está hecha a la plancha. Es la comida típica de la zona de Hiroshima. Se trata de lo que los occidentales vincularíamos con una tortilla. Cada restaurante tiene su propia versión pero podríamos decir que mas o menos es un revuelto de harina de arroz, fideos soba, repollo, verduras varias, sake y huevo. Todo eso con un topping de una salsa especial que es para chuparse los dedos (o los palitos!)


Bonus Track, para los que llegaron hasta el final.

Si caminás por la tarde alrededor de Cúpula Genbaku, es muy probable que te encuentres a el señor Yamaguchi. Lo vas a ver con su bicicleta y vestido con ropa de ciclista, desplegando su puesto sobre la vereda. Él es víctima prenatal de la bomba atómica, o sea, estaba en el vientre de su mamá ese 8 de agosto. Acercate, no sólo te va a enseñar a hacer grullas de papel y sino que te va a contar muchísimas cosas interesantes. ¿Cómo qué? Bueno, vas a tener que agregar Hiroshima a tu itenerario y descubrirlo vos mismo/a. 

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