No me gustan las grandes ciudades y mucho menos las capitales. Me agobian, me ahogan y finalmente me aburren. Tal vez sea porque vengo de una de ellas, no lo sé. Pero lo cierto es que a lo largo de mi viaje por Latinoamérica, le fui escapando a las capitales: No fui a Managua, pase de largo por San José de Costa Rica, evité lo más que pude Caracas y ni me acerqué al frio de Bogotá. Repito, no me gustan las ciudades, pero Quito me gustó.

A ver, esto no se trata de una cuestión de bipolaridad, nada de eso. Es que se unieron una serie de factores, circunstancias y detalles que hizo que la capital ecuatoriana tenga algo especial. Les voy a contar sobre algunas de ellas…

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CIUDAD ABIERTA

En general las ciudades tienden a darme una sensación de encierro. Uno pasa del subsuelo del Metro al Centro Comercial, de allí al banco, al bar o a su departamento; y cuando finalmente decide salir afuera los muros de los edificios no dejan ni ver el cielo. La ciudad es una gran caja con muchas adentro y vaya a donde vaya, uno va saltando de una a otra sin más remedio.

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Tal vez lo que más me sorprendió de Quito fue que me pareció una ciudad abierta en varios aspectos: Urbanísticos y culturales. Sus avenidas anchas y sus parques estratégicamente ubicados le dan ese aire que otras metrópolis agotan. Cada uno de los espacios verdes son un verdadero pulmón dentro de la urbe, donde los fines de semana acuden cientos de personas a pasear, descansar, hacer deportes o participar de espectáculos gratuitos.

Culturalmente, la capital ecuatoriana es muy interesante. Se jacta de tener el Centro Histórico más grande de Sudámerica y puede que sea cierto. Hay decenas de museos e iglesias para recorrer. Algunas de ellas, centenarias; guardan mitos, leyendas y una importancia histórica central para el continente (también por aquí pasó Bolivar).

Cada plaza, cada cuesta empedrada, cada fachada en las calles del centro de Quito están tan bien cuidadas que sólo se permiten carteles que coincidan con el tono y estilo de la época. La Calle de la Ronda, es una joya en este sentido.

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Pero no hay armonía sin diversidad, así que más allá del centro y del control estatal, en los barrios y recovecos de la ciudad emerge la voz clandestina de los cientos de murales que se pintan en cada pared que invita con su pulcritud.

El autor se llama Apitatán, tiene murales por toda la ciudad.

El autor se llama Apitatán, tiene murales por toda la ciudad.

Contra el mundo.

Contra el mundo.

Pero si hablamos de arte, lo imperdible es el Museo de Oswaldo Guayasamín que fue sin dudas uno de los que más me gustó (y eso que fui a muchos, sobre todo en Europa). Allí, en su propia casa, entre esos rincones que en algún cumpleaños habrán escuchado cantar a Mercedes Sosa junto a Paco de Lucía, se exhiben las obras de un genio de la pintura que debo confesar que desconocía completamente. Su técnica con espátula (de las más complejas, dicen los críticos), su estilo verborrágico, comprometido y pasional hizo que desde el momento que vi su primer cuadro se convirtiera en mi pintor favorito.

Les dejo un video imperdible que muestra la intimidad su trabajo al retratar al gran guitarrista español Paco de Lucía.

A pocos metros del museo se encuentra su obra maestra, la Capilla del Hombre, un lugar dedicado a la belleza y a la reflexión donde se puede ver un mural que reza una frase que desde que la leí, intento recordármela cada vez que mis debilidades me juegan una mala pasada:

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LA MITAD DEL MUNDO

Llegar a Quito significaba, luego de un año y medio de viaje, pisar nuevamente el hemisferio sur. Aquello parecía ser una especie catarata emocional que iba desde la exaltación por los kilómetros recorridos hasta el pánico por sentir que el viaje estaba a punto de terminar (un poco exagerado de mi parte). Igualmente, de todos modos, era algo que tenía que afrontar: Sur, allá vamos.

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Para ello fuimos hasta La Mitad del Mundo, mejor dicho, hasta Las Mitades del Mundo porque hay dos. ¿Cómo es esto? No quiero confundirlos, así que primero vamos con la oficial, o sea, la que es patrimonio estatal. Allí se encuentra el famoso monumento, junto a la línea divisoria entre el Norte y el Sur que es el lugar ideal para jugar con la cámara de fotos y la imaginación para que, como dice un dibujo animado, soñemos a “tratar de conquistar el mundo”.

Iuuuju!

Iuuuju!

Pero resulta, que por esas cosas que tiene subdesarrollo, el ingeniero que midió exhaustivamente el lugar exacto donde iba a poner el hito divisorio, lo midió mal y el paralelo 0 (medido por GPS) se encuentra a unos pocos metros del lugar, más precisamente en el Museo Inti Ñam (o Museo del Sol, de propiedad privada). Es allí dónde se pueden hacer las pruebas de física que demuestran los efectos del movimiento de la tierra.

Conclusiones:

  1. El agua del inodoro gira en sentido contrario según el hemisferio donde uno se encuentro. 100% Comprobado!
  2.  No se puede caminar recto con los ojos cerrados por la linea del ecuador. Sí o sí, uno se cae.
  3. Eureka! Un huevo puede quedar suspendido sobre un clavo.  A mí no me salió pero se los juro! Se puede!
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DONDE MÁS NOS QUIEREN

Dice una famosa película mochilera que la felicidad solo es real cuando es compartida. Hacía un tiempo que estábamos viajando junto a nuestros amigos de Latinoamerikangoo, Facu, Inés y Chico, su perro (Sí, hay gente que viaja con perros!). Nos conocimos en la ciudad colombiana de Popayán, nos reencontramos en Otavalo y desde allí bajamos juntos a Quito. Cuando llegamos a la ciudad fuimos directamente al Parque La Carolina, donde para nuestra sorpresa había una especie de comunidad de viajeros rodantes asentados de manera un poco dudosa, justo al lado del puesto de control policial (¿?). Allí conocimos a Sergio y Ana, de Abrazamundos, Pablo y Flor, de Whipay, Fede y Sofía de La Blanquita, Mario y Flor, de Contigo pan y morcilla, Edu y Mecha. Junto a todos ellos vivimos paseos, ferias, risas y algunas aventuras (ya vendrán en el próximo capítulo) que hicieron de aquellos días un recuerdo imborrable.

Ocupamos veredas...

Ocupamos veredas…

Las pintamos... (por Lautaro)

Las pintamos… (por Lautaro)

… también pintamos algunas caritas…

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Y las cantamos.

Pero parece que Quito tiene un imán, donde los viajeros irremediablemente se juntan porque nos encontramos con Lautaro, Emiliano, Agustín, y también a Ramiro y Blanquita, un matrimonio Ecuatoriano-Cubano que nos hicieron parte de su familia por unos cuantos días. Al fin de cuentas, creo que Quito fue tan especial porque fue una ciudad donde la pasé muy bien y eso, como siempre, se debe a toda la gente que conocí.

Gracias a todos!!!

Gracias a todos!!!

 

Datos útiles para potenciales viajeros

  • La moneda oficial de Ecuador es el Dólar Estadounidense.

¿Dónde Dormir?

  • La mayoría de los hostels se encuentran en la zona de la Plaza Foch, los precios arrancan desde u$s 4 en dormitorios compartidos.

¿Qué comer?

  • En Quito, como en toda capital, hay una amplia oferta gastronómica. Lo mejor y más barato es hacerlo en los mercados, dónde pueden conseguir almuerzos (sopa, plato principal y refresco) entre u$s 1,25 y 2.

¿Cómo llegar o moverse?

  • El transporte es muy barato. Hay un sistema de buses que integran la Ecovía y el Metrobus, que permite llegar a todos los rincones de la ciudad. El pasaje urbano cuesta u$s 0,25.

¿Qué hacer?

  • Mitad Del Mundo: Se llega muy fácil en transporte público, haciendo algunas combinaciones. La entrada cuesta u$s 3 y esta abierto todos los días de 9 a 18 horas.
  • Museo Inti Ñam: Se encuentra a la vuelta de la Mitad del Mundo. La entrada cuesta u$s 4.
  • Museo de Guayasamín y Capilla del Hombre: Se encuentra muy cerca del centro de la ciudad, se llega por trasporte público. De martes a domingo de 10 a 17 horas. Entrada u$s 6. Los domingos el ingreso es gratuito.

Si querés más info te recomiendo que leas mi Guía para viajar a Ecuador

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